martes, 26 de abril de 2011

Una mirada al Observatorio Latinoamericano de Teoría e Historia del Cine

Más allá de las producciones hay un tema que suena lejano y es el aspecto investigativo. En mi reportería para el texto en El Tiempo me encontré con una iniciativa académica pertinente que pretende dar la importancia que se merece el lado analítico de cualquier proceso creativo.

Este es el testimonio de Francisco Montaña, director del Observatorio Latinoamericano de Teoría e Historia del Cine.

¿Cómo puede apoyar la creación cinematográfica el Observatorio Latinoamericano de Teoría e Historia del Cine?

La reflexión en el arte es, en la contemporaneidad, un componente determinante de cualquier proceso creativo. Para ningún creador serio será una novedad escuchar decir que es necesario reflexionar sobre categorías como tradición, espectadores, la presentación y la representación, la autonomía o heteronomía del arte, categorías que de todas formas aparecen en cualquier obra. Para una cinematografía que empieza, como la colombiana, es definitivo que existan espacios donde la reflexión teórica se desarrolle y acompañe los procesos creativos. El Observatorio, inicia sus trabajos junto a la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura y del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional y parte de la idea de que la creación no se hace en el vacío y que es mejor ser consciente que inconsciente sobre la producción cinematográfica nacional.

¿Cuál considera es la falencia que sobresale en la industria del séptimo arte nacional y que puede ser mejorada desde la academia?

La academia tiene como papel fundamental cuestionar de forma argumentada cualquier proceso social. En relación con otras artes, plásticas, literarias, etc, la academia ha establecido una relación importante de cuestionamiento, de revisión de principios operativos, de tendencias. En el cine no ha ocurrido algo similar. La academia se ha ocupado principalmente de formar artistas o hacedores y mucho menos de formar pensadores. Al empezar a hacerlo, se puede inicar a poner en cuestión, por ejemplo, la vergonzante predominancia de las estructuras narrativas clásicas en nuestro cine, apego que habla de su cercanía con la televisión y su desconfianza en el público.

¿Por qué cree que la parte teórica/investigativa relacionada con el cine colombiano no es un tema fuerte en los salones universitarios?

Con algunas excepciones, claro, el tema de la reflexión teórica ha sido asumido como un género menor. El prejuicio reza que si alguien se dedica a la teoría y la historia es porque no ha tenido suficiente carácter o empuje para ser creador. Supongo que en parte se debe a eso pero también creo que tiene que ver con el hecho de que la formación profesional en los oficios relacionados con el audiovisual es reciente en el país y en ese sentido es comprensible que nos hayamos dedicado primero a formar hacedores y no pensadores.

¿Cómo puede la academia participar del fortalecimiento cinematográfico nacional?

Mediante un cuestionamiento serio y riguroso que revise los prejuicios que, por ejemplo, libere a las obras de ciertas lecturas coyunturales y sea capaz de otorgarles un lugar más acorde con nuevas lecturas que se haga de ellas. También, sin duda, mediante la introducción de un nuevo interlocutor en el proceso de producción cinematográfica, que vaya más allá del comentario y se preocupe por problemas más generales y profundos del cine como forma cultural o artística. Este nuevo ojo, al ser reconocido, podría propiciar una conciencia distinta en el trabajo de los artistas. De cualquier manera, el propósito del Observatorio es precisamente validar el trabajo teórico en el campo del cine como un trabajo autónomo y suficiente, cuyo sentido está en la capacidad de entender y complejizar la historia del cine colombiano y latinoamericano. De esta manera su importancia, está más allá, o más acá, de las relaciones o influencias que pueda tener sobre el trabajo práctico.
Estas relaciones seguramente surgirán a partir de la seriedad con que el Observatorio asuma tareas como la consolidación de grupos de investigación y la difusión de resultados, entre otras.


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